Mi Historia

Detrás de este espacio, hay una historia…

Y quizás, también se parezca un poco a la tuya.

Por mucho tiempo parecía que todo en mi vida estaba bien. Estudiaba una carrera, trabaja, tenía una relación. Desde fuera, todo parecía estar “en orden”. Pero por dentro, algo no me hacia sentido. Me sentía vacía. Había amistades que no resonaban, una relación en la que no me sentía feliz aunque insistía en creer que sí. Estudiaba una carrera que no me gustaba y, aunque quise cambiarme, no lo hice por miedo… y porque ya era tarde para cambiar de opinión porque me había pasado el plazo para el cambio. Así me quedé. Por medio, por costumbre, por no saber qué quería. 

Viví en automático muchos años. Haciendo lo que se esperaba. Estudié Comunicación, trabajé en agencias de publicidad, entré a ese ritmo que muchos aplauden por fuera, pero que para mi era agotador y sin sentido. No fue hasta que me invitaron a salir de una de las agencias en las que trabajaba donde algo dentro de mi se movió. Y luego, una ex jefa me dijo que solo servía para servir café. Ahí fue cuando dije: “hasta aquí”. 

Decidí estudiar Psicología. Me emocionaba y me daba miedo a la vez. Pero empecé a hacerlo. Me metí a trabajar a otra agencia mientras estudiaba, y fue ahí cuando confirme que ya no quería más de eso. Que lo mío estaba en otro lugar. 

Cuando empecé a dar terapia, sentí algo que no había sentido antes. Me pasaba como en la película “Soul” de Disney Pixar: entraba en una especie de trance, donde todo tenía sentido. Sentía que estaba donde debía. La psicología me dio lo que no me dio ningún otro trabajo: plenitud.

Fue en el Camino de Santiago donde terminé de tomar la decisión. Me fui porque no tenía nada más que hacer después de que me corrieran. Y sin buscar nada, me encontré a mí. Ahí confirmé que lo que quería era construir una vida distinta, más mía. En una plática con una maestra de psicología, me preguntó: “¿por qué tienes miedo de empezar de nuevo a tu edad?” Esa pregunta me sacudió. Me di cuenta de cuánto me paralizaba el miedo. Y, al mismo tiempo, de cómo quería dejar de vivir desde ahí.

Hoy, mirar atrás me da gusto. Me costó soltar muchas cosas. Me costó dejar la necesidad de aprobación. Pero poco a poco, trabajando en mí, dejé de buscarla. Hoy tomo decisiones desde otro lugar. No porque sea fácil, sino porque sé que se puede.

Este espacio nace de todo eso. De la Macarena que estuvo perdida y se fue encontrando. De las versiones que dejé atrás y de las que sigo construyendo. Lo cree porque sé que no soy la única. Porque si tú también estás buscando tu camino, quiero que sepas que no estás sola(o).